El cuento ha sido considerado a lo largo de la historia como una de las principales herramientas de transmisión de conocimientos, cultura y valores. Durante las primeras edades, los cuentos contribuyen a la construcción y el conocimiento del mundo. En la actualidad es uno de los recursos más fructíferos en el ámbito educativo. Sin embargo, para que un cuento atrape la atención de un público habituado a recibir un gran número de estímulos, como es el de infantil y primaria, es necesario recurrir a las herramientas que nos permitan dar vida a los cuentos. Es imprescindible ambientar los paisajes y acciones que narramos a través de nuestra voz, nuestro cuerpo y nuestro silencio. Y este es, precisamente, el objetivo de este trabajo: ofrecer un ejemplo de narración oral en la que se emplean diversos recursos, extraídos de la dramatización, que nos permiten revivir a los personajes que pueblan los cuentos.