Los quince años que median entre el Censo de 1981 y el Padrón de 1996 han estado marcados por profundos cambios demográficos en la sociedad española. Por un lado, ha culminado o está culminando el proceso regresivo de la fecundidad, que ha situado a nuestro país con la tasa más baja del mundo; y, por otro, se está iniciando un proceso de descentralización y metropolización del espacio urbano, que está dando como resultado la pérdida de protagonismo de las capitales, por primera vez en lo que va de siglo. Las grandes ciudades, sobre todo las mayores de 500.000 habitantes, están desacelerando su crecimiento o perdiendo efectivos, en favor de los núcleos menores, que son los que están tirando en la actualidad del tren demográfico del país.
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