La ciudad es el escenario para las celebraciones públicas y colectivas que constituyen las procesiones de la Semana Santa, organizadas y desarrolladas por las cofradías y hermandades. De hecho, el desarrollo de estos ritos, conformados como una mediación entre Dios y el pueblo, fuera de de los espacios estrictamente sagrados, responde a la intención de ampliar el ámbito religoso. Por un lado, se trata de hacer coincidir dicha expansión espacial de lo sacro con el propio territorio de la comunidad, en lo que se refiere a su aspecto físico. Por otra parte se trata de hacerla coincidir con la estructura social global, es decir, ampliarla a todas las capas o estratos sociales integrándolos en un espacio unificado por la propia acción ritual.