Si la Geografía Económica ha estado limitada desde sus principios por una conceptualización demasiado unilateral y primaria de sus enfoques, con estudios que incidían casi exclusivamente en sus aspectos más formales y rehuyendo los complejos y ricos matices inherentes a los procesos socieconómicos de las relaciones de producción, la actividad industrial ha constituido uno de los estudios menos desarrollados desde el punto de vista geográfico y el lugar que ocupaba y ocupa dentro de los esquemas conceptuales de la Geografía en general y de la Geografía Económica en particular, ha sido más bien limitado. Para el análisis y comprensión del intenso papel que a nivel internacional ejercen las relaciones industriales hay que ir más allá de la mera exposición de la distribución y localización de las actividades y los recursos, ya que no es suficiente su explicación con los tradicionales problemas que la localización geográfica se ha planteado en sus análisis espaciales.