En este artículo pretendo destacar el interés entre ciertos prohombres del emperador Carlos I por fundar universidades en sus ciudades de origen. Uno de estos próceres fue el regidor malacitano Juan de Berlanga que en su testamento, otorgado el 26 de noviembre de 1561, funda un mayorazgo vinculando parte de sus bienes y dejando estipulado que en el caso de extinguirse la línea masculina se dediquen sus fondos a la creación de un colegio-universidad en su ciudad natal. En su testamento dedica numerosas cláusulas a la organización de la futura institución universitaria. La configuración de las cátedras, su dotación y provisión se encuentran especificadas hasta el más mínimo detalle. Así mismo las condiciones para la admisión de los colegiales, la duración y el aprovechamiento de sus estudios quedan perfectamente reflejados en el contexto testamentario.