Carlos III mantuvo una política ambigua respecto a la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, debido a la repercusión que ésta podía tener en Hispanoamérica. En 1779 el Gobierno español medió en el combate; pero tras fracasar, España se alió a Francia para luchar contra Gran Bretaña. Así, el Monarca español autorizó a los virreyes, presidentes, gobernadores, capitanes generales, etc. a que se publicaran disposiciones para defender las Indias pertenecientes a sus dominios y emprendiesen contra los ingleses las acciones oportunas. Un notable personaje, colaborador de Carlos III en su política americanista, fue el jurista malagueño José de Gálvez, acérrimo defensor de los intereses de España en América.