El recurso a la oralidad como estrategia discursiva en textos escritos no es en absoluto nuevo, pero se podría decir que es uno de los que más se potencian en la producción literaria contemporánea. Lo que se ha llamado en un maravilloso oxímoron “parlato scritto” (Nencioni), y también “mímesis de la oralidad” (Narbona y López Serena) u “oralidad ficcional” (Brumme), por citar sólo a algunos autores y definiciones, constituye un campo apasionante de investigación. En las novelas con un narrador dialógico la presencia de la oralidad será doble: por un lado, la que encontramos en sus propios personajes, en las conversaciones que estos mantienen, y por otra en el diálogo que mantiene el autor con sus lectores, a quienes cuenta la historia. A través del análisis de la novela La briscola in cinque de Marco Malvaldi y de la traducción de dicha novela al castellano, La brisca de cinco, a cargo de Juan Carlos Gentile Vitale, pretendemos ilustrar el proceso por el que los elementos que distinguen (al menos convencionalmente) a la oralidad se trasvasan de una lengua a otra, cómo la oralidad se constituye como un medio para crear un efecto humorístico y por qué, y en qué medida, el dialogismo acerca a los lectores a la narración.