Este estudio pretende analizar la elección presidencial vivida en Chile en 2009-2010, como un ejemplo histórico de estrategia en la ejecución del marketing y la comunicación política. Luego de cuatro gobiernos de la coalición concertacionista (centro-izquierda), con 20 años en el poder y con un último gobierno cuya presidenta Michelle Bachelet terminó con una aprobación cercana al 80% , pierden sorprendentemente la elección.
Paralelamente el conglomerado opositor (Alianza por Chile) logra ganar una elección que les parecía hasta ese entonces esquiva, pero que contó con una estrategia comunicacional interesante, agresiva e innovadora para la realidad chilena. Sus postulados, principalmente, son más cercanos y receptivos a las demandas populares.
Los factores determinantes en la victoria en las urnas de Sebastián Piñera Echeñique, abanderado de la Coalición Por el Cambio, no pasan por poseer atributos políticos destacados. No es una persona especialmente carismática, no muestra mayor capital político que los demás candidatos, ni posee una atracción personal que lo hiciera sobresalir durante las elecciones, así lo expresaban las encuestas de la época donde sólo contaba con un 27% den la categoría “simpático” y un 33% como “cercano”. Es más, no contaba con las simpatías de sus propios partidarios, de gran parte del empresariado y de los más vastos sectores sociales. Piñera no representaba, incluso, los intereses de quienes integraban su propia base social.
La política requiere de saber comunicar, de convencer y empalizar. Si no sucede el fracaso vivido por el primer gobierno de la Alianza después de la dictadura militar; pero que en su minuto fue en gran link de comunicación política. Durante la campaña estos puntos son logrables con mayor facilidad que siendo gobierno, bien lo sabe Piñera que terminó su gobierno con una popularidad promedio del 40%, pese a haber desarrollado una campaña muy exitosa en le mediático y en lo comunicacional y que lo llevó a la Moneda, luego de 20 años de gobiernos concertacionistas.
Piñera hizo una campaña excelente, trabajó de manera muy prolija toda su estrategia de comunicación política, no cayó en los ataques personales, logró distanciarse de sus aliados para no ser considerado un derechista tradicional, trabajó por mantener durante su campaña sus negocios alejados del quehacer noticioso, recogió el modelo americano de hacer campaña, fue la primera vez que se vieron gorros, banderitas y globos en cada meeting, todo ello le ayudo para generar las confianzas de la ciudadanía de que Chile merecía un cambio. Ese ya es un gran acierto y parte importante de su éxito electoral, sin embargo, hay un elemento adicional. Su principal adversario político, el senador Eduardo Frei no estaba en condiciones de poder enfrentarse a la máquina avasalladora de la derecha, su equipo estaba dividido, el modelo concertacioncita desgastado y su imagen bastante olvidada, bajo estos escenarios el resultado era previsible y para muchos esperable.