El mundo de la fotografía de moda ha sido abordado por el cine desde las perspectivas más glamurosas hasta las más sombrías, de lo que dan cuenta producciones como Prêt-a-Porter (Robert Altman, 1994) o Los ojos de Laura (Irvin Kershner, 1978), entre otras.
No centraremos aquí en Funny Face (Stanley Donen, 1957) y en Blow-Up (Michelangelo Antonioni, 1966) donde la fotografía se convierte en un elemento
clave de la narración. Además, en ambas se establece un diálogo entre estas dos disciplinas que va más allá del mero pretexto argumental para, a través de un tratamiento metafórico, construir metrajes salpicados de guiños al lenguaje fotográfico.
Destacaremos tres aspectos que consideramos lugares comunes de estas dos películas: la representación del fotógrafo de moda como protagonista, la concepción de la imagen y el acto fotográfico de cada uno de los directores y el
reflejo de su trabajo en el laboratorio fotográfico, ajustándonos esencialmente a dos procesos fundamentales de la fotografía analógica, el revelado y la ampliación.