De probable origen egipcio, la esfinge griega fue conocida en la Antigüedad no sólo como genio funerario, protector de tumbas, sino sobre todo como esa criatura que se atreve a formular a Edipo una pregunta cuya respuesta tiene que ver con la propia identidad del ser humano. Este enfrentamiento dialéctico entre el héroe y la bestia fue interpretado de muchas maneras diferentes, dando origen a una rica tradición simbólica que se extiende hasta casi nuestros días. Este artículo pretende recoger algunos de los testimonios principales de esa tradición, tanto en la literatura como en el arte.