Caracterizada por Roland Barthes como una de las obras fílmicas que mejor suspenden el sentido, El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) se estructura en torno a una serie de repeticiones que anteceden y ponen punto final a la situación de aislamiento sufrida por un grupo de burgueses que quedan atrapados en
el salón de la mansión donde se han dado cita para cenar. El presente trabajo trata de dar cuenta de estas repeticiones, de su génesis y estructura formal, así como de su funcionamiento en el texto como generadoras de una nueva concepción del tiempo
cinematográfico.