Los nuevos Grados en Traducción e Interpretación que se han implantado en las universidades españolas en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior tienen como principal objetivo formar al alumnado en la competencia traductora. Partiendo de esta motivación, todas las asignaturas incluidas en los diferentes planes de estudio de los nuevos Grados, especialmente las estrechamente relacionadas con la traducción (de textos generales, especializados, literarios, audiovisuales...), integran sus objetivos, competencias afines y resultados de aprendizaje en torno a la adquisición final por parte del alumnado de la competencia traductora. El alumnado aprende, por tanto, a traducir. Pero, ¿todo texto es traducible? Si no todo es traducible, ¿cómo se enseña a no traducir? Son preguntas que el alumnado, tarde o temprano, se plantea en algún momento; preguntas temidas por el profesorado y para las que, a veces, no tiene respuesta a priori. Sólo la reflexión sobre la práctica de la traducción y la anticipación de los problemas en las primeras etapas de la formación del traductor pueden dar una respuesta satisfactoria a la inevitable paradoja de la «intraducibilidad como forma de traducción».