El caso del centro histórico de la ciudad de Málaga hoy en día podría calificarsecomo un caso de identidad de éxito. No obstante, durante los años 80 y 90 del siglo XX, no podía sino calificarse este mismo centro histórico como un centro muy deteriorado y abandonado que podría ser considerado como una periferia, aunque geométricamente se encontrase en el centro de la ciudad. Esto es algo extensible a multitud de ciudades medias, no capitales, europeas con patologías y características similares.
La llegada de la democracia supuso un revulsivo en las estructuras organizativas del Estado. La ciudad no podía permanecer al margen del mismo y es por lo que en Málaga acontecieron una serie de hechos que, desde el punto de vista urbano incluso, la colocaron en primera línea a nivel nacional.
La renovación urbana y peatonalización de calles de su centro histórico a partir de 1999 provocó una amplia rehabilitación de edificios y la llegada de negocios de hostelería. Esta actividad económica y el éxito de estas intervenciones movió al ayuntamiento a acometer el proyecto conjunto de renovación urbana y semipeatonalización de la calle Marqués de Larios y la plaza de la Constitución. Lugares principales por donde pasaba el tráfico rodado y cuyos proyectos fueron encargados al equipo de arquitectos externos al ayuntamiento formado por Gavilanes, González y Pérez en el año 2002.
Sin duda alguna la rehabilitación llegó para quedarse, el embellecimiento y oferta cultural ha conformado una marca de Málaga como lugar deseado de conocer. Pero la relación entre todos sus habitantes, el uso ordenado del espacio público y esta nueva realidad deben establecer algún tipo de regulación que permita mejorar la convivencia.