Los efectos adversos de la Crisis Climática ya están afectando a la sociedad, sobre todo en la región Mediterránea, punto caliente del Cambio Climático. Para combatir estos escenarios y aumentar la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático existen multitud de medidas y soluciones aplicables a cada caso particular. Sin embargo, una propuesta muy empleada en los últimos años consiste en los “refugios climáticos” o “Islas de Frescor”. Estos espacios son infraestructuras dentro del entramado urbano en los que, gracias al aumento del del confort climático, dan garantías de tener puntos en los que mejorar la habitabilidad, en unos casos, debido a equipos de climatización, en otros casos, una conjunción de arquitectura con vegetación, y en otros casos gracias a una vegetación bien seleccionada y localizada. Es por ello que existen diferencias en cómo mejoramos el índice de confort climático y por lo tanto estos espacios o infraestructuras, en función de sus características, han de definirse. Este tipo de infraestructuras suponen zonas de descanso y refugio con condiciones ambientales más cómodas para los ciudadanos, sobre todo durante las noches tórridas en las que las personas no son capaces de conciliar el sueño o durante las olas de calor extremo.
Diferentes ayuntamientos de España han iniciado distintos proyectos para la creación de redes de refugios climáticos en sus ciudades. Pese a ello, no existe aún un consenso acerca de cuál es la definición de estos espacios o infraestructuras, de qué deben disponer o qué características deben cumplir para ser efectivos. Por ello, se propone una definición de estas infraestructuras junto con una categorización de los mismos dependiendo del tipo de servicios que ofrezcan a la ciudadanía, además, de una serie de medidas a adoptar en la planificación de los mismos para asegurar su eficiencia.