La monografía aborda el estudio de una cuestión complejísima y de trascendental importancia, tanto en el
ordenamiento jurídico romano, como en la actualidad, cual sea la de la regulación de la defensa legítima de los propios intereses, conectando además hasta la medida de lo posible ambos ordenamientos, tal como se avanza en el propio título del libro. Se parte de las modernas construcciones dogmáticas desarrolladas en torno a la legítima defensa
por la doctrina penalísitica actual que, tomadas con cautela, sirven para reconstruir los aspectos básicos de la regulación de tal eximente desde sus orígenes. El estudio de las fuentes relativas, tanto literarias (se presta especial atencion a la arenga por Milone de Cicerón) como júrídicas, permitirá en efecto situar en torno al s. II d.C. el momento en que se empiezan a introducir ciertas limitaciones al ejercicio de la autotutela, y se comienzan así a delinear jurídicamente los perfiles básicos de la eximente, otorgándose especial relieve al elemento intencional, que permitirá discriminar los supuestos de venganza al indagar en la causa. En todo caso, hay ciertos elementos que se demuestra también a lo largo de este estudio que se mantienen inalterados a lo largo de toda la evolución histórica que experimenta la figura, como son el concepto de agresión ligado a la idea de acometimiento y por tanto a la vis; y una restringida noción de daño defendible legítimamente, in primis la vida y la integridad física y sólo tangencialmente extensible a intereses de diversa consideración, como el honor sexual e incluso intereses patrimoniales.