Las tecnologías que han ido apareciendo desde los años noventa del pasado siglo hasta nuestros días han creado un nuevo teatro de operaciones del sujeto, en el que ha podido ahondar en los procesos de disolución subjetiva comenzados en los siglos anteriores. El arte y la literatura contemporáneos son muy conscientes de esa percepción generalizada del notro y del electrotro de nuestros días, y han buscado en sus pautas de actuación modelos de construcción de personalidades ficcionales –que suponen, en cuanto reelaboración, otras tantas destrucciones de la identidad anterior–. En la novela pangeica de nuestros días, el sujeto es aún más deslavazado y mutante que el posmoderno, y copia o clona modelos de construcción subjetiva.