El trabajo de las artistas en el diseño y la creación que atañen al llamado «arte decorativo», «artes industriales», «artesanías» o, muy frecuentemente, «labores femeninas» ha sido una constante en la historia. No obstante, el vínculo se ha naturalizado de tal modo que se ha concebido como consustancial a una pretendida esencia femenina, aspecto que ha repercutido en su subalternidad. Sin embargo, esta correspondencia debe ser problematizada y discutida en aras de desvelar las razones y calibre de lo que ha sido considerado como accesorio y secundario por el canon académico. Se hace indispensable por tanto conocer el carácter de estos vínculos, los procesos y agentes implicados y la categorización de los mismos. La perspectiva de los estudios feministas y de género ha arrojado luz sobre el carácter de esta complejidad, de ahí que sea indispensable abordarla en su dimensión metodológica y teórica. En la primera parte de este trabajo se aborda la complejidad de estas relaciones. En el segundo epígrafe se lleva a cabo un análisis cualitativo y cuantitativo de la participación de las mujeres en las Exposiciones Nacionales de Artes Decorativas, centrada principalmente en la de 1913, pero con referencias a la de 1911. El tercer epígrafe aporta un estudio de caso. La principal obra con la que Flora López Castrillo participó en la muestra fue Cantatriz griega, un temple de grandes dimensiones que fue premiada con medalla de segunda clase. Se analiza pormenorizadamente no solo los aspectos técnicos, formales y simbólicos de la obra, así como sus posibles fuentes, sino el devenir de la misma en el Museo Nacional de Artes Decorativas.