El espacio público urbano, especialmente el de nuestras medianas y
grandes ciudades, ha sido el objeto de estudio de diversas investigaciones. Es ese el lugar donde se concitan variados grupos sociales y, con
frecuencia, ahí quedan testimonios de las prácticas lingüísticas que entre
estos se producen: este tipo de comunicación ha sido escudriñada por
los estudios de paisaje lingüístico2
. Estas prácticas sociales y lingüísticas
pueden concebirse como una manifestación de las relaciones de poder,
1. Esta contribución forma parte de los resultados del proyecto «Paisaje lingüístico malagueño: aproximación y cartografiado desde una perspectiva de género», del II
Plan Propio de Investigación, Transferencia y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga, Jóvenes Investigadores, de donde emana parte del corpus que utilizo.
Quede constancia de mi agradecimiento a la usuaria de Instagram @mi.cuaderno.
rojo, quien desinteresadamente me ha ido facilitando también muchas muestras, que
han complementado el corpus de análisis.
2. Es evidente que este espacio no ha sido del interés únicamente de los lingüistas,
quienes se han acercado a su análisis de forma más tardía con respecto a otras disciplinas. En el espacio urbano han puesto el foco disciplinas interpretativas como la
antropología o la sociología urbana, de las que beben parcialmente los investigadores
de la lengua. Para conocer algunos de estos hallazgos contextualizados en los debates
actuales, se ha utilizado en este artículo la lectura de Espinosa (2022), especialmente
en lo que respecta a las ideas de Henri Lefebvre, así como la revisión de Cenoz y Gorter
(2024: 68 y ss.).
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en el sentido de Bourdieu (1983, 1993) y, al mismo tiempo, como una presentación de la identidad propia, en el sentido de Goffman (1963, 1981).