Los atentados las Torres Gemelas y el Pentágono en el año 2001 marcan un punto de inflexión en el terrorismo internacional. Las consecuencias que se derivan de estos no solamente inciden términos legislativos, de política contraterrorista o en lo referente a la intervención militar en determinadas zonas, sino que a la larga suscitan la redefinición, y en algunos casos distorsión, de términos como «Estado de Derecho», «seguridad» o, incluso, «legítima defensa». Lo que de primeras se plantea como una «guerra contra el terror» tiene una consecuencia inimaginable para algunos: el desarrollo de un fenómeno complejo, difuso y descentralizado, con una estructura operativa no contemplada hasta entonces. Esto dificulta enormemente su tratamiento y su prevención.