Málaga has sido reconocida en buena parte de la historia como nombre de vino.
Desgraciadamente, esto es un recuerdo de lo que fue en otro tiempo. El viñedo fue
creciendo hasta que llegó la Filoxera en 1878. En el siglo XIX la provincia de Málaga
tenía el segundo PIB más alto de España tras la de Barcelona gracias, sobre todo, a la
producción de vinos y pasas que alcanzó el 60% de las exportaciones de Málaga por el
puerto en periodos del siglo XIX.
Este trabajo analiza cómo se planteó la recuperación del viñedo tras la plaga. El viñedo
comenzó a sustituirse con patrones americanos como en otras zonas de España y como se
hizo en Francia en primer lugar. Una mala decisión a la hora de elegir el portainjerto
adecuado dio al traste con la replantación de la zona tradicional del vino de Málaga. El
viñedo de Los Montes de Málaga y la Axarquía se perdió. Además de la mala praxis
agronómica, una suma de factores contribuyó a la pérdida del comercio del vino de
Málaga, como fueron el cambio del gusto por vinos con menos contenidos de alcohol, la
pérdida de mercado exterior por falta de tratados, elevados impuestos al alcohol
principalmente en vinos fortificados como el malagueño, la competencia exterior y la
falta de interés por la burguesía local dado el bajo beneficio que suponía el vino de Málaga
en ese tiempo. Pero, el principal problema fue que las características edafológicas y
climáticas de determinadas zonas hicieron fracasar la repoblación con el patrón elegido. El primer esfuerzo para recuperar el viñedo se perdió. El desánimo obligó a los pequeños
propietarios a emigrar, dado que no había alternativa de cultivo. Donde sí fructificó la
replantación o se implantó viñedo nuevo fue en la zona más fértil del Litoral y la Hoya
de Málaga, aunque no se llegó ni al 30% del viñedo anterior.