El análisis que proponemos en este capítulo parte de un trabajo de tipo etnográfico en el contexto transfronterizo de España y Marruecos.
El dinamismo comercial de esta frontera debe mucho (o todo) a los beneficios fiscales del puerto franco de Melilla. Como en otros contextos fronterizos con semejantes ventajas arancelarias, miles de personas se ‘buscan la vida’ pasando de un lado a otro de la frontera pesados bultos sobre sus espaldas. La mayoría son mujeres marroquíes, lo hacen varias veces al día y se les conoce como ‘porteadoras’.
Los objetivos de nuestra investigación se centraron en 1) dar cuenta de las relaciones sociales que se construyen a partir de estas actividades ‘no regularizadas’, así como 2) analizar e interpretar los anclajes que sostienen y reproducen estas formas de relación.
La metodología que utilizamos es cualitativa, porque es la que puede dar cuenta de los procesos que implican significados compartidos por personas, grupos y comunidades. Atendemos, fundamentalmente, a discursos para aprehender significados culturales entre las comunidades estudiadas. Se han realizado once entrevistas en profundidad y cinco entrevistas informales. También hemos hecho observación no participante en los cuatro puestos fronterizos que unen las ciudades de Melilla y Nador (Beni-Enzar, Barrio Chino, Farhana y Mariguari).
Los resultados de la investigación nos permitieron interpretar que ‘la carga’ de estas mujeres no es sólo física y que sobre sus cuerpos se sostiene todo un entramado comercial a ambos lados de la frontera. Nos parece este un ejemplo etnográfico de violencia estructural en las llamadas ‘sociedades desarrolladas’. Pues este comercio desregularizado, “atípico”, pero ‘normalizado’, convierte a las mujeres porteadoras de la frontera hispano-marroquí en un estratégico capital humano, signo y símbolo de una estructura social que antepone el acrecentamiento de las cifras y la rentabilidad económica, a la dignidad humana y a otros valores sociales.