El vocabulario de las enseñanzas de ámbito artístico y, concretamente, de las voces de la danza forma parte de una parcela prácticamente inexplorada en la historia del léxico y de la lexicografía hispánica, a pesar de la fuerte carga social que adquiere esta disciplina desde el siglo XVI (Ortega 2017). En el Tesoro de la lengua castellana, Covarrubias definía las escuelas de danzar como «el lugar donde los mancebos van a deprender las danças, y los bayles, como la alta y la baxa, el canario, [...] y otras danças nuestras de que se usan en los saraos, y en Palacio» (NTLLE s.v. escvela). Hoy en día son los Conservatorios de Danza los encargados de impartir estas enseñanzas de régimen especial que conducen a la obtención de títulos con validez académica y profesional. Como cualquier otra disciplina artística, la danza posee un léxico especializado, cuyo conocimiento y correcta utilización, así como su integración en la didáctica son factores claves en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esto quiere decir que el alumnado no solo debe conocer y ejecutar con precisión y gracia los movimientos, bailes y pasos de la danza, sino que además debe saber definirlos. La ausencia de diccionarios especializados de la danza en español nos lleva a preguntarnos qué papel puede desempeñar el diccionario de uso general en el conocimiento de estas voces del léxico especializado y cómo se hace eco de estos términos del ámbito artístico. En el presente trabajo se acomete una investigación sobre las voces de la danza en la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española (DLE). El objetivo de esta comunicación es poner de manifiesto la importancia de este repertorio lexicográfico en el proceso de enseñanza y aprendizaje de esta disciplina artística y presentar qué voces recoge y cuáles aparecen con la marca diatécnica Danza que las vincula directamente con este ámbito disciplinar.