Esta exquisita y familiar sopa blanca del gazpachuelo, la más conocida y extendida del repertorio culinario
malacitano, la más querida y recordada por el personal autóctono, ya se trate de malaguitas residentes o dispersos
en la cosmopolita diáspora de este mundo ancho y ajeno que vio el indígena. El profundo sentimiento afectivo que
envuelve en recuerdos este cariñoso plato de cuchara, seña de identidad definitivamente asociada, en la memoria
sentimental del malagueño, a esos sabores de la cocina de la madre y de la abuela, han convertido el gazpachuelo
en el blanco, nunca mejor dicho, de las revoluciones culinarias de los cocineros y, naturalmente, cocineras de
Málaga.