Hasta las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, el Gobierno de la Nación había contado durante la mayor parte de vigencia de la Constitución Española (CE) de 1978 con un apoyo parlamentario continuado y poco, o nada, condicionado. Ello dio lugar a una situación de doble reforzamiento de la estabilidad gubernamental, propiciada de un lado por la virtualidad de las disposiciones de ingeniería constitucional encaminadas a esta finalidad que se habían incorporado a tenor de la previsible fragmentación de nuestro parlamentarismo y, de otro lado, por la consolidación de un bipartidismo imperfecto, con importancia estratégica de partidos nacionalistas de ámbito autonómico para la formación de Gobiernos y la estabilidad de las legislaturas. En este marco, las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 parecen suponer el inicio de una nueva etapa para el sistema parlamentario español. Aquí subyace precisamente uno de los principales objetivos que persigue la tesis doctoral de la que se da cuenta en este artículo, comprobar que los comicios referidos inauguran una desconocida fase en el sistema político y parlamentario. Tras el apartado introductorio, la investigación se centra en los efectos del parlamentarismo fragmentado y polarizado sobre la investidura del presidente del Gobierno, a continuación en los efectos de la misma situación sobre la función legislativa y, finalmente, sobre la función de control.