El testimonio de la víctima como única fuente de prueba para desvirtuar la presunción
de inocencia tiene una importancia capital en la persecución de los delitos y en la lucha
por impedir la impunidad de los agresores. En este trabajo se presta especial atención a
la incidencia que tienen las características propias de la violencia de género y la
situación emocional de las víctimas por lo que se refiere a su posición como víctimatestigo. De esta forma, se examinan —por lo que se refiere a las víctimas— los criterios
para otorgar credibilidad a sus declaraciones, la posibilidad de que se acojan a la
dispensa del deber de declarar del artículo 416 LECrim y la valoración de sus
testimonios durante la fase de instrucción y ante la Policía. El estudio se completa con
un análisis de una nueva tendencia: la autoinculpación de las víctimas por un delito de
falso testimonio.