En España hay una incidencia alta de pobreza laboral, que no ha variado en exceso tras la llamada Gran Recesión, a pesar de su fuerte impacto en la economía y el mercado laboral. Un primer objetivo de este artículo es analizar la evolución de esa pobreza durante todo el ciclo económico comprendido entre la anterior crisis y el período inmediatamente anterior a la pandemia del COVID-19, utilizando indicadores con umbral de pobreza anclado al comienzo de ese período. Se supera así el carácter relativo del indicador oficial, que se calcula para cada año, impidiendo captar los cambios en la incidencia de la pobreza a lo largo del tiempo. Un segundo objetivo es determinar qué dimensiones son más relevantes en la pobreza laboral y en su evolución. Para ello, se conceptualiza la pobreza laboral como un fenómeno compuesto por dos realidades: la individual y la doméstica. Esto nos permite hablar de pobreza individual (bajos salarios), pobreza del hogar (la de las estadísticas de pobreza laboral), y pobreza severa (pobreza familiar y bajos salarios). Así mismo, se pretende ver la influencia de los ciclos económicos, tanto en el peso de cada una de las pobrezas laborales, como en los factores que las explican, para comprobar qué grupos fueron los que sufrieron más la Gran Recesión y si fue una situación coyuntural. Nuestras conclusiones han sido principalmente tres: en 2019, justo antes de la crisis COVID, las tasas de pobreza laboral no se habían recuperado de la crisis anterior, especialmente la pobreza severa. Además, la pobreza laboral de tipo más individual decrece en la crisis, asociada al mayor desempleo y al aumento de la pobreza severa, recuperándose parcialmente en 2019. Por último, el tipo de pobreza más grave, en el que coinciden pobreza laboral individual y del hogar, presenta rasgos similares a la pobreza laboral del hogar, con un fuerte peso de la presencia de menores y, especialmente, de las familias monoparentales.