En las últimas dos décadas, se han propuesto estrategias para incorporar la actividad física en el currículo universitario, destacando los descansos activos como una táctica innovadora. Estos intervalos de actividad física estructurada buscan contrarrestar el estilo de vida sedentario de los estudiantes universitarios, que dedican la mayor parte del día a estar sentados. La falta de evidencia científica sólida sobre la aplicación específica de descansos activos en la educación superior destaca la necesidad de estrategias respaldadas por evidencia para su implementación.
Los descansos activos, definidos como intervalos de actividad física corta que interrumpen la enseñanza sedentaria, han demostrado mejorar la salud física y mental de los estudiantes universitarios. Integrar tareas que combinan aprendizaje y actividad física optimiza el tiempo educativo, mientras que la conexión entre actividad física y aptitudes cognitivas sugiere un impacto positivo en la cognición. Aunque existen desafíos logísticos, la implementación efectiva de descansos activos puede contribuir significativamente al bienestar general de los estudiantes universitarios, promoviendo un enfoque integral para un estilo de vida saludable.