La lucha contra las desigualdades económicas y la crisis climática son elementos fundamentales para el logro de un crecimiento económico inclusivo y sostenible que permita progresar hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles. Respecto a la desigualdad, desde la década de los ochenta, numerosas economías avanzadas han experimentado una tendencia hacia sociedades menos equitativas, tendencia que se aceleró durante la Crisis Financiera Global (CFG). El comportamiento procíclico de la desigualdad en términos de renta es un fenómeno común a la mayoría de las recesiones. En el caso de la CFG, no sólo la crisis afectó más a aquellos más vulnerables, sino que la recuperación del empleo también se distribuyó de forma heterogénea: los hogares más pobres quedaron rezagados respecto del resto de la población, y muchos sufrieron, en gran medida, una recuperación incompleta, dejando así daños persistentes, conocidos como “efecto histéresis”. Desde el ámbito de la política pública, la existencia del “efecto histéresis” implica que, limitando la gravedad y la duración de los períodos recesivos, las políticas de estabilización macroeconómicas pueden también disminuir el riesgo de que la desigualdad cíclica se vuelva estructural.
La política monetaria puede desempeñar un papel central en la estabilización de las fluctuaciones cíclicas a nivel macroeconómico. En este contexto, la primera parte de esta tesis doctoral, la cual engloba los capítulos primero, segundo y tercero, tiene como objetivo general analizar las posibles implicaciones distributivas de las herramientas de política monetaria implementadas por el Banco Central Europeo tras el inicio de la CFG en 2008 y hasta el comienzo de la pandemia de COVID-19.