La ciencia fue cobrando a lo largo de los tiempos modernos nuevos perfiles y características. Fue mutando en ella la relación entre los aspectos
teóricos y empíricos. Apeló, además, a nuevas fuentes de legitimidad,
tanto en lo epistémico como en lo práctico. Podría decirse que el mundo
moderno transformó la forma de hacer y de interpretar la ciencia. Pero,
con la misma razón, tenemos que reconocer que el desarrollo de la ciencia contribuyó decisivamente a configurar la modernidad. Pues bien,
si la relación entre ciencia y modernidad fue tan estrecha, resultará
perfectamente legítimo preocuparse por el destino de lo científico en
un marco histórico y en un mundo vital como el nuestro, que no es ya
el moderno. ¿Puede darse una ciencia postmoderna?, ¿qué aspecto ha
de tener?, ¿dónde ha de apoyar su legitimidad epistémica y práctica?