Mi primer acercamiento a la neurodiversidad autista no fue
científico sino emocional y literario. Cuando era un niño veía en las
calles de mi pueblo natal a un hombre que realizaba aleteos con las
manos, que hacía esterotipias con los dedos y que caminaba de puntillas. Recuerdo que tenía una gabardina sucia y llena de remiendos
y que se arrojaba al suelo con las manos extendidas como si fuera un
pájaro que ha perdido su capacidad de volar. Lo que más me impactó
de este hombre-gaviota fue la mirada que una vez mantuvo conmigo.
Como algunas personas se reían de él yo creo que me quería decir ¿por
qué me hacen esto?