Para entender qué es una novela «incómoda», al menos desde la concepción de
que el empleo del big data, asociado a la corrección política, está reconfigurando la
recepción literaria (en lugar de alimentarse de ella), un posible punto de partida reside
en el propio estatuto de la ficción. Como alertaba Vicente Luis Mora en un espléndido
ensayo de significativo título para nuestros intereses aquí, la imaginación está en «huida» porque se está imponiendo de manera alarmante la literatura «testimonial» en sus
más diversas (y pobres) formas: «La no-ficción narrativa no implica un acercamiento
del lector al mundo del narrador, sino al revés, de ahí que el lector no tenga que hacer,
por naturaleza, ningún esfuerzo. La no-ficción, salvo raras excepciones, no desafía al
lector, le deja donde estaba, oyendo aproximarse al escritor con su libro en la mano»
(2019: 20) 1."