El modelo económico y administrativo de la cooperativa de viviendas, desarrollado para la promoción de viviendas con condiciones ventajosas para sus propietarios, ha constituido un modelo de éxito en numerosas experiencias, un sistema capaz de eludir algunos problemas típicos de la promoción convencional. Sin embargo, la mayor parte de las cooperativas de promoción se extinguen una vez conseguido el objetivo de la
obtención de las viviendas, por lo que el potencial del modelo colaborativo no se prolonga más allá de este hito.
Frente a esto, los modelos residenciales basados en el llamado co-housing (covivienda) suponen un paso más en el concepto de cooperativa, extendiendo su actividad al funcionamiento de los colectivos que los habitan. Así, los habitantes de una comunidad co-housing podrán disponer de beneficios como la obtención de servicios con precios y condiciones ventajosas, o la disposición de espacios de esparcimiento o actividad con bajos costes de adquisición y mantenimiento. En otras palabras, el modelo de co-housing intenta trasladar los aspectos colaborativos del
modelo cooperativo al entorno y a la actividad de una comunidad de vecinos, implantando un modo de vida capaz de aprovechar el potencial del grupo frente al individuo.
Lo novedoso de las iniciativas contemporáneas de co-housing es su carácter bottom-up, por lo que uno de los factores determinantes para el éxito de un co-housing es una fuerte cohesión social de grupo y un sentimiento de pertenencia al colectivo. Esto hace pensar, a menudo, que el co-housing está vinculado a determinados sectores ideológicos; en realidad, se trata de un modelo que trasciende esos tópicos y se ha mostrado como una alternativa muy apropiada para determinados grupos sociales.
El proyecto indaga en las posibilidades del cooperativismo y el co-housing como medio para la recuperación, rehabilitación y conservación de edificios y entornos urbanos.