Las operaciones urbanísticas del siglo XIX en Granada, gestadas quirúrgicamente
en el corazón de la capital, son clave para entender la arquitectura del siglo XX en
la propia ciudad. El proceso de desamortización a partir de 1836, el embovedado
del río Darro (1854-1884) y, finalmente, la apertura de la Gran Vía, fueron los
desencadenantes más potentes del desarrollo de la futura ciudad moderna.
Precisamente a lo largo de esta Gran Vía y en su continuidad hacia la estación de
ferrocarril se acumula gran parte de las realizaciones arquitectónicas seleccionadas
a principio del siglo XX. Si en esta época surgen las primeras experiencias granadinas
de arquitectura moderna, es en la segunda mitad del siglo donde encontramos las
aportaciones más significativas de la producción contemporánea de la ciudad.
Pero no podemos entender la arquitectura granadina del siglo XX separada de
su situación geográfica, esencia de la propia ciudad. Su ubicación ha generado
relaciones que trascienden los bordes del casco urbano: la dominación visual del
territorio, la íntima relación de la ciudad con su territorio de vega y su aprovechamiento económico, han proporcionado los ejemplos arquitectónicos más valiosos
de la provincia de Granada.