La historia de la arquitectura tal y como la conocemos está llena de autorías obliteradas, silenciadas y superpuestas, de autores a quienes otros hurtan el mérito y el reconocimiento debido a sus obras, ideas y acciones, una y otra vez. Es necesario, una y otra vez -y siempre una vez más que los obliteradores- rescatar sus contribuciones y llevarlas al plano de visibilidad que siempre merecieron, en justo detrimento de los autores depredadores. Los orígenes de esta lucha se pierden en el tiempo, pero su teorización canónica es benjaminiana, y debe a un feminismo de amplio espectro como a pocos otros movimientos su actualización y reciente puesta de actualidad en el debate, no sólo arquitectónico.