En las últimas décadas, las ciudades españolas de Málaga y Sevilla se han consolidado como destinos turísticos internacionales gracias a una apuesta política decidida por posicionarlas en el segmento del turismo cultural y urbano, impulsando con ello una profunda reconversión socio-espacial hasta conseguir su especialización en la denominada
economía del visitante. No obstante, ambas ciudades también se han ido convirtiendo en entornos frágiles y poco resilientes, así como en una fuente permanente de conflictos y controversias ante el empuje de la gentrificación turística. La aprobación
del Estado de Alarma en España a causa de la pandemia de la COVID-19 al inicio del año 2020, y las consecuentes restricciones en los viajes de ocio nacionales e internacionales durante los meses siguientes, está mostrando con más claridad algunos de los efectos negativos que ha producido dicha especialización turística en términos de exclusión social, en la degradación del espacio público y del entorno patrimonial. Para poder reconocer estos efectos y valorar su posible evolución en un contexto post-COVID, esta investigación analiza comparativamente la gestión de los recursos públicos en estas dos ciudades antes y durante la pandemia, haciendo un especial énfasis en dos materias clave: el espacio público y las políticas turísticas. A través de la observación directa, el análisis de datos cuantitativos en la literatura gris y las entrevistas informales a los agentes implicados, veremos cómo confluyen en Málaga y Sevilla la desregulación en las nuevas políticas y normativas, con la relajación administrativa en el cumplimiento de las existentes. Asimismo, sus Ayuntamientos, aunque desde políticas diversas, mostrarán un similar entusiasmo por la activación de la economía, y una consecuente desatención y puesta en riesgo del patrimonio material e inmaterial de estas dos ciudades andaluzas.