El ataque a la ciudad de Tirlemont por parte de hugonotes y franceses durante la Guerra de los 30 años en Flandes (junio de 1635) causó una gran conmoción en los dominios hispánicos. Numerosas ciudades españolas celebraron fiestas solemnes en desagravio, que incluyeron misas, sermones, erección de altares, procesiones o convocatorias de certámenes literarios. Antequera vio impresa su justa poética en las 'Flores' poéticas, preparadas por Martín García en 1637.
El objetivo de nuestra comunicación es estudiar los retos creativos de la poesía contenida en este volumen que formaron parte de las «competencias» que apelaron a la mayor creatividad con singulares ejercicios métricos (serpentines) e iconográficos (jeroglíficos). Los primeros son sonetos de diecisiete versos que deben tratar un asunto determinado con unas sílabas o palabras rimantes preestablecidas por el certamen. En los segundos se aúnan poesía e imagen al ofrecer un acertijo ilustrado, normalmente de carácter alegórico, si bien las relaciones no suelen incluir la parte visual, sino solo una descripción.
El análisis de dichas formas de ingenio nos permitirá valorar el alcance de la creatividad literaria de unas composiciones de circunstancias que, aun ensayando vanguardia en su momento, hoy quedan relegadas por la crítica negándoles valor estético. En contraposición, consideraremos la dimensión histórica e ideológica de esta poesía, especialmente en lo que concierne a la imagen contrarreformista que proyectan del católico frente al hereje, a la definición de identidad nacional y al reclamo de apoyo popular por parte del poder monárquico en momentos de crisis financiera y de activos humanos para sostener la guerra.
Por último, haciendo uso de las humanidades digitales, y sobre modelos coetáneos existentes, es nuestra intención presentar una primera fase de reconstrucción hipotética de algunos de los jeroglíficos comentados cuyo original no se conserva y que solo conocemos por palabras.