El cuerpo del ser humano contiene y segrega líquidos como la bilis, la sangre, el sudor, la orina, las lágrimas, la leche, los mocos, el semen, el fluido menstrual, la saliva y la orina, que nos acompañan diariamente haciendo posible que nuestra vida pueda desarrollarse de forma correcta. La emisión de todos ellos está vinculada con la expresión de los sentimientos, los estados de ánimo, la salud y la enfermedad, las normas sociales y del decoro, la intimidad y la sexualidad, etc. Los fluidos corporales no han pasado inadvertidos al arte que los ha representado desde las antiguas civilizaciones mesopotámicas hasta nuestros días, aunque no todos ellos han corrido igual suerte iconográfica.
En esta tesis se estudia cómo se ha representado la acción de orinar y el uso de la propia orina como elemento de expresión artística en las distintas disciplinas artísticas. Este recorrido parte con un capítulo introductorio sobre el tratamiento y uso de los fluidos corporales en el arte y continúa con el análisis de imágenes, desde las más simples hasta las semióticamente más complejas, comenzando por la representación de niños que orinan, utilizados en todas las épocas como imagen de lo anecdótico y motivo decorativo para fuentes y jardines. Continuando con otras imágenes que, aun siendo protagonizadas también por niños, poseen niveles de lectura culturalmente más elevados. Se divide este estudio en dos grandes épocas antagónicas: el mito de la Edad de Oro, estado natural y privilegiado para el ser humano, y el posterior mito de la caída en el que la sexualidad connota el acto de orinar ofreciéndonos nuevas lecturas desde el erotismo, la pornografía y su uso político-propagandístico. El arte contemporáneo merece especial atención por la incorporación del uso del cuerpo y de sus fluidos como exponentes de los miedos y obsesiones humanas, caracterizándose la aparición de la orina por su radicalidad y adscripción de género.