La ciudad es una entidad empírica que se puede descifrar a través de la experiencia física
directa pero también a través de las infinitas imágenes que la representan. Cada imagen de nuestro entorno posee información valiosa, un significado propio. Pero lo que intentamos vislumbrar es la articulación en la que se imbrican y de la que emerge una unidad de per- cepción de la ciudad. Se hace necesario, por tanto, repensar de forma radical nuestra rela- ción en el mundo el individuo y el entorno en tanto que lugar no son entes absolutamente independientes, sino que el ser humano es necesariamente en el espacio. Cuando sentimos nuestro entorno o experimentamos su atracción, atravesamos “nuestra piel individual para reconocer la piel del mundo. Perdemos el alma para recuperar, aunque sea transitoriamen- te, el alma del mundo”1, pero cuando articulamos este tipo de experiencias, comprobamos también nuestro aislamiento y nuestra separación2. Este texto pretende contribuir al desa- rrollo de una conciencia crítica sobre el espacio en que vivimos. Ha sido escrito pensando en su utilidad para estudiantes y profesionales de distintos ámbitos científicos (arquitectos, historiadores, geógrafos, ...) y está dirigida ante todo a los productores de arte que se preo- cupan por el tema de la ciudad y su percepción.