En la ciudad de Málaga encontramos un contexto idóneo porque la población es heterogénea, diversa. Es decir, hay personas de distintos orígenes, razas, etnias, edades, amplitud cultural, condiciones que según Florida (2002) permite que los territorios se orienten hacia una mayor creatividad. Sin embargo, cuando pensamos en el entorno donde se buscan esas soluciones, las áreas de derechos sociales, de bienestar social (o como se les quiera denominar) de las distintas entidades públicas (ayuntamientos, diputaciones, etc...) no parece que sean entornos meso muy favorecedores. Ni siquiera en el tejido social de las asociaciones no lucrativas podemos encontrarlo ya que están reporduciendo los modelos burocráticos de las organizaciones públicas. No obstante, para intentar encontrar la disrupción hay que buscar que participen en los diagnósticos actores que no sean siempre los mismos, que no hablen la misma jerga, porque si no conducirá al conocimiento monolítico.Y si, con la ciudadanía también, que conforme un capital social que sea capaz de transitar a través de los denominados vacios estructurales de los que nos habla (Burt, 2005). Por eso decía el Trabajo Social (pero el de verdad) es la disciplina desde la que poder abordar estas relaciones, comunidades. Pero no la única, ni tampoco las ciencias sociales por si misma, juntando a los psicológos sociales, educadores sociales, ect...Hay que romper con eso, y tratar de juntar a estas disciplinas sociales con tecnólogos, con biólogos, con profesionales humanistas, en definitiva, con otras miradas que puedan observar un objeto desde distintas perspectivas.