Como docentes en ejercicio y en formación en la Universidad de Málaga, compartimos la preocupación por el uso que niñas, niños y adolescentes hacen de las pantallas, tanto por el tiempo de ocio que les dedican -que alcanza en nuestro país una media de casi siete horas diarias-, como por los contenidos que reciben: narrativas muy breves que reproducen los valores de la cultura hegemónica, romantizan la desigualdad y normalizan las violencias. Estas piezas, que el algoritmo selecciona para cada persona en función de sus elecciones previas, alimentan un sistema de gratificación instantánea que deriva del constante
desplazamiento por la pantalla lo que, a su vez, facilita una visualización repetida de mensajes similares y, por tanto, la interiorización y reproducción inconsciente de sus formas y contenidos. Esta “vivencia simulada” distrae de experiencias reales y dificulta la construcción de un relato propio.
En este contexto, el arte y la Educación Artística pueden proporcionar vías para generar relatos alternativos. Nuestra propuesta parte de la combinación de cuentos clásicos enraizados en los universales humanos, declaraciones internacionales de derechos y
expresión artística para generar un relato propio y actual en forma y contenido. Adaptada a diferentes niveles educativos, impulsa lo vivencial a partir de una experiencia artístico-literaria que sitúa en su centro las necesidades humanas, rompe con la idea
tradicionalista del arte y del relato que deriva de seis horas diarias de pantallas y, a partir de modos de contar propios y adaptados a cada grupo y realidad, promueve el disfrute de la lectura y de su capacidad de conexión a través de un proceso creativo y social, en el que la creación grupal sustituye a la recepción pasiva. De todo ello resulta un producto propio, de calidad y al que el alumnado puede vincularse intelectual y afectivamente.