Si existe una arquitectura claramente adscrita al turismo de masas, esa es la del hotel. El hotel constituye la pieza mínima por excelencia, ya que es necesaria para convertir un lugar en un destino turístico. Sin embargo, a pesar de su importancia, sus características arquitectónicas apenas han sido estudiadas en su justa medida. Para avanzar en su conocimiento, este artículo propone indagar en los orígenes de la arquitectura del hotel turístico. El objetivo es descubrir el momento del tránsito de ese hotel de patio interior y manzana cerrada, pautado por un lenguaje historicista, al hotel panorámico y abierto al paisaje litoral que converge con la arquitectura de vanguardia del siglo XX. Para ello se analiza el papel que juega el sanatorio en este tránsito, desde que emerge en el contexto de la estación turística alpina de 1880 hasta los años comprendidos entre las dos guerras mundiales.