Desde que en 1979 me intrigaran las fiestas populares de lucha entre los bandos moro y cristiano, no han dejado de asombrarme por su capacidad de adaptación a la situación socio-política de la sociedad de cada momento. Cuando la investigadora albaceteña Rosa Mª Montero me solicitó prologar su minuciosa investigación sobre la “familia de luchas o alardes” de este tipo, antiguas y actuales, en una comarca manchega, encontré por primera vez constancia de la transformación de ambos bandos religiosos en los que se enfrentaron en nuestra Guerra Civil: en 1941 la lucha escenificada fue entre Rojos y Nacionales. Aparte de su amplia documentación sobre la evolución de estas fiestas tan arraigadas en la cultura hispánica. Este caso albaceteño sirve para entender mejor los mecanismos por los que una celebración tradicional mantiene su vitalidad. Así, de lo micro-histórico se llega a lo universal.