Los hiénidos percrocutoides, cuya distribución geográfica es exclusiva del Viejo Mundo, se engloban dentro de los géneros Percrocuta y Dinocrocuta, distribuidos temporalmente desde el Burdigaliense hasta el Messiniense (MN4/5-MN13). Es de destacar que algunas de las adaptaciones adquiridas por los percrocutoides durante el Mioceno son paralelas a las desarrolladas posteriormente por el resto de los hiénidos durante el Plioceno y el Pleistoceno. Kurtén en 1957 fue el primero en agrupar estos organismos y diferenciarlos de las hienas durófagas actuales. Clásicamente, se consideraba que este grupo pertenecía a la familia Hyaenidae pero en 1991 Werdelin y Solounias los separaron creando la familia Percrocutidae basándose en las diferencias en el cuarto molar deciduo inferior (dp4) que habían destacado previamente Schmidt-Kittler y Chen. No obstante, el año pasado, Xiong demostró que las bullas de Dinocrocuta y Percrocuta presentan un patrón típico de los hiénidos, por lo que deben volver a incluirse dentro de esta familia. En esta comunicación se expone que, tras la caracterización ecomorfológica desde un punto de vista multivariante de la dentición postcanina de este grupo dentro del morfoespacio definido por las especies de hiénidos estándar, se observa que las especies del género Percrocuta desarrollaron adaptaciones similares a los morfotipos transicionales y durófagos de Werdelin y Solounias tanto en la dentición inferior como en la superior. Sin embargo, las especies de Dinocrocuta muestran dientes inferiores típicos de los durófagos actuales, pero la dentición superior presentan una serie de adaptaciones que alcanzan morfologías incluso más sectoriales que las mostradas por las especies del género Chasmaporthetes. Este hecho indica que algunas de las especies de este género serían depredadores activos de tamaño gigantesco.