Una de las primeras traducciones poéticas de Lorca al italiano fue la de Carlo Bo. En aquel momento, el intelectual ligur se dio cuenta de la importancia de la obra del poeta andaluz tanto desde un punto de vista puramente literario como desde otro más antropológico y comunicativo. Las traducciones de Bo han sido, a lo largo de los años, objeto de críticas e incluso de valoraciones poco complacientes, ya que se medían en una interpretación fundamentalmente filológica, pero Bo, y el conjunto de la Florencia literaria de los años treinta y cuarenta, impusieron una nueva concepción de la traductología y de su praxis traductora, entendida como la construcción de un texto autónomo.