El sermón es un arma didáctica empleada en los libros de caballerías amadisianos.
Es posible que los oidores del quinientos español no fueran conscientes del poder que
yacía en la retórica de estos libros de ficción, pues dicho arte, en muchos de los casos,
estaba impregnado de discreción y de prudencia. Es común que los sermones, sobre todo
en las obras de Amadís de Gaula y Las Sergas de Esplandián (incluidos, a veces, a modo
de digresiones) e intercalados entre episodios dispares, fueran pronunciados por
eclesiásticos con motivo de su prédica. Sin embargo, en la sexta continuación de la saga
amadisiana, llamada Florisando –escrita en 1510 por Páez de Ribera, según reza el
colofón de la obra,– se proyectan los razonamientos de la patrología cristina y se explican
los motivos por los que Dios permite los castigos hereditarios. Como demostraremos, este
es un rasgo recurrente del género, si bien, cada libro contiene unos matices y, en el caso
de Florisando, el escritor justifica esto a partir de razonamientos extraídos de la patrología
cristiana y la legislación alfonsí.