Según algunos estudios (ESE, 2010; García Añón y otros, 2013) la policía trata peor a personas de distinta raza o grupo étnico, y suele identificar 10 veces más a los gitanos que al resto de la población, 7,5 veces más a los magrebíes y 6,5 a los afro-latinoamericanos. Este tipo de comportamientos no solo conduce a una discriminación institucional, sino a una pérdida de legitimidad y confianza en los ejecutores de la ley. Los estudios sobre legitimidad policial consideran que esta tiene que ver con la calidad en la toma de decisiones (imparcialidad, igualdad de trato, trasparencia, etc.) y en el trato personal (digno y respetuoso). El Programa para la Identificación Policial Eficaz (PIPE) surge con el objetivo principal de reducir los sesgos étnicos en las identificaciones policiales y acortar distancias entre la sociedad diversa y la policía. Los resultados corroboran la existencia de actuaciones policiales desproporcionadas sobre colectivos minoritarios, y ponen de manifiesto las bondades de este tipo de programas para reducirlas.