Es un hecho ampliamente admitido que, desde una perspectiva científica, social y económica, la implementación de los nuevos avances tecnológicos en la actual sociedad del trabajo -especialmente la digitalización e incorporación de los robots en los procesos productivos- ha supuesto la introducción de mejoras muy significativas en estos ámbitos. Ahora bien, junto a las indiscutibles ventajas asociadas a sus efectos positivos, no podemos soslayar aquellos otros negativos que configuran la otra cara de la moneda del proceso de innovación tecnológica. Ciertamente, nos estamos refiriendo a las mermas producidas en los derechos sociales tradicionales que, a partir de la “cuestión social” surgida en el siglo XIX y con enorme esfuerzo por parte de la clase trabajadora, se habían ido consolidando a lo largo del siglo XX y XXI. Pues, aunque la revolución tecnológica lleva aparejada un incremento de la productividad, de la misma no se deriva necesariamente un aumento del empleo. Por tanto, ante este nuevo escenario, el desafío pasa por encontrar mecanismos innovadores que complementen la financiación de la Seguridad Social, corrigiendo la excesiva dependencia del modelo tradicional de las cotizaciones sociales, pero manteniendo el compromiso del sistema de reparto basado en la solidaridad intergeneracional. Con todo, y ante el nuevo escenario tecnológico, los retos en la enseñanza de la Seguridad Social exigirán, al docente de esta área de conocimiento, no solo la implementación de nuevos contenidos en la programación de las asignaturas correspondientes, sino también la adopción de nuevos recursos metodológicos que permitan llevar a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje adecuado.