La Hermandad General constituida por los Reyes Católicos en 1476 conformó el germen
del primer ejército permanente castellano. Este complejo entramado administrativo-militar, sumamente
costoso, obligó a conformar todo un sistema tributario para su mantenimiento. El presente artículo
pretende analizar cómo las autoridades hermandinas recurrieron a la amplia experiencia acumulada en
materia de negociación fiscal para alcanzar el consenso necesario para el funcionamiento de este nuevo
modelo de ingresos extraordinarios. Para ello estudiaremos con detenimiento el debate suscitado en
torno al sistema de recaudación y gestión de las contribuciones de la Hermandad y las medidas adoptadas para presentar esta fuerza militar como una medida necesaria para el bien común. Así mismo, prestaremos especial atención a la adaptación del discurso esgrimido por las autoridades a la cambiante realidad política y económica que experimentó Castilla a lo largo de este período.