La preocupación por una actuación en pro de la igualdad de género, la no discriminación, el respeto a las minorías, la inclusión, etc. es una tónica constante en el contexto propio y en el que circunda a las bibliotecas universitarias.
Hay, incluso, iniciativas destacables que han sido meritorias de elogio en este campo y que, en consecuencia, se han podido convertir en referencia para nuestro sector bibliotecario o expandirse más allá de él.
Al tratarlo, lo primero en lo que se puede pensar es que las acciones se centren en las personas, en los miembros de la comunidad universitaria, en el profesorado, el estudiantado o en los profesionales que gestionan los servicios; en aspectos tales como el abuso en cualquiera de sus variantes, el lenguaje sexista, la ocultación de talento, las barreras físicas y metafísicas…
No obstante, al menos en nuestro ámbito geográfico más próximo, no vemos que se aluda tanto a lo que las bibliotecas están abordando para que el instrumento esencial que por antonomasia desarrolla, como es su catálogo, o variantes más modernas como pueden ser sus repositorios u otros recursos, resulten respetuosos con la sensibilidad actual con la que se afrontan estos asuntos.
Tratamos de abordar en lo sucesivo cómo se encuentra el estado del arte y, a partir de ello, realizar una aproximación reflexiva sobre lo que desde una perspectiva individual o colaborativa podría ser necesario implementar.