Los nuevos avances tecnológicos no solo han introducido cambios en los planos jurídico, social y político de nuestras vidas como ciudadanos, sino también, nuevas amenazas en el mundo de los derechos fundamentales de los trabajadores. Dichas acciones cobran un cierto carácter de invisibilidad frente al escrutinio público y, por tanto, la aparente inmaterialidad de los ataques precisa nuevas formas de análisis que obligan a transfor mar y ampliar la protección de tales derechos. Tratándose de derechos fundamentales, es el momento de identificar cuál es la forma más segura de garantizarlos, de utilizar la tecnología como motor de democratización y promoción de estos derechos, aunque ello suponga poner en jaque a los Estados y al sistema judicial. En esta lucha, el Estado ha desempeñado y desempeña un papel clave, que debería potenciarse a través de integra ciones supranacionales, creando amplios espacios políticos y democráticos globales de protección de estos derechos. Una protección, que es más necesaria que nunca.